26 de julio de 2011

La novedad

Hoy día, existe una actitud positiva hacia los cambios y las innovaciones, un clima que favorece su aceptación; quizá porque se vea en ellos soluciones a los múltiples problemas de la sociedad actual. Es verdad que, independientemente de la actitud general hacia los cambios, la crisis ecológica agudizada por la sociedad tecnoindustrial está trayendo cambios importantes y traerá más inevitablemente. La cuestión está en si esa actitud positiva hacia las innovaciones es adecuada para detener las grandes amenazas que recaen sobre la biosfera.

Normalmente, la gente corriente valora las innovaciones en función de los beneficios que le procuran a si misma. Quizá, valoren algunas de sus desventajas, pero, por lo general, se suman al clima favorable al cambio. Existe una importante cuestión de fondo aquí: las innovaciones tecnológicas, muy valoradas últimamente, en el campo del entretenimiento y el ocio suelen ocultar los problemas de la existencia actual como, por ejemplo, la falta de plenitud de la vida o el aburrimiento. Una de las máximas de la actual inclinación favorable hacia las nuevas tecnologías se podría resumir en que “Lo nuevo entretiene, lo antiguo aburre”. Topamos aquí con uno de los principales tabúes de la sociedad tecnoindustrial: el origen del aburrimiento. Rara vez se hacen análisis profundos sobre sus causas y, sin embargo, gran parte de la sociedad tecnoindustrial está enfrascada en una continua lucha por evitarlo. (En relación con las causas del aburrimiento y sus consecuencias, viene a cuento la lectura del apartado “Autonomía” del libro La Sociedad Industrial y su Futuro).

Por otro lado, hay quienes plantean ingenuamente que los problemas de la sociedad actual se deben a que se están empleando los métodos de funcionamiento equivocados, calificados de “obsoletos” o “anticuados”. Usando otros métodos ofrecidos por el desarrollo tecnológico (por ejemplo, internet), se piensa que los problemas se resolverán. Sin embargo, los principales problemas en los que está envuelta la sociedad tecnoindustrial, o al menos que comparativamente son más importantes como son los relacionados con la destrucción y alteración de los ecosistemas naturales para crear hábitats artificiales donde reinan la alienación y los trastornos de la conducta, son multi-causales y de larga duración. Así, por ejemplo, la superpoblación es algo que viene de siglos atrás, de procesos que se iniciaron y desarrollaron en su mayor parte fuera del control humano. Esto implica que, si sólo se actúa sobre un único factor, es bastante improbable conseguir “soluciones” (cuáles serían esas “soluciones” también es otro buen tema de discusión que se dejará para otro momento). Especialmente problemática es la búsqueda de soluciones a través del desarrollo tecnológico. Hoy día, debido al extenso entramado de tecnologías que ha generado sus propias dinámicas, sólo somos capaces de percibir algunas de las contrapartidas del desarrollo tecnológico. Ocurre que todo tiene un precio y el altísimo precio del desarrollo tecnológico no se está valorando justamente. Por diversos motivos, esta sociedad es incapaz de hacerlo. Se ha generado otro tabú, otro tema incuestionable: el propio desarrollo tecnológico.

En el momento en el que una nueva tecnología aparece y se generaliza, parece que se nos ofrecen nuevas y positivas posibilidades, pero no podremos percibir cómo encajará esa tecnología en el sistema tecnológico en conjunto, cómo sellará sus relaciones con otros componentes de la sociedad y, sobre todo, cómo serán los inevitables efectos no previstos de su implantación. Esto no es ninguna tontería, fijémonos en las graves consecuencias que han tenido sobre la naturaleza salvaje la generalización de los motores de combustión y el uso de la electricidad, por ejemplo. Nadie podía haber previsto que causarían, o contribuirían, a provocar un cambio global sobre la biosfera que, todavía hoy, no sabemos a dónde nos conducirá a los habitantes de este planeta.

Por ello, conviene ser muy precavido y crítico con las novedades, sobre todo si éstas proceden del ámbito tecnológico. Si se nos vende que las nuevas tecnologías nos dan mayor libertad y posibilidades de elección, debemos pensar sobre qué clase de libertad se está hablando ya que, por ejemplo, los sistemas informáticos están trayendo un mayor control sobre el comportamiento humano y la naturaleza en general y una mayor capacidad de influencia de las grandes organizaciones sobre los individuos. La “libertad” que se nos ofrece no consiste en la libertad en la naturaleza a la que pertenecemos, sino en la libertad sobre ella, por encima de ella o de espaldas a ella. Y la búsqueda de esta última es el mayor error de la humanidad.